Tres razones de peso por las que quiero desarrollar habilidades como
la autoconciencia, el manejo de las emociones y sentimientos, la adaptabilidad, el optimismo, la empatía, la escucha activa y la comunicación empática...
y beneficios que obtendré en mi práctica profesional.
1.- Ayudar en la incipiente y necesaria transformación del sistema educativo, que derivará en una sociedad más justa y participativa: hacia una escuela en la que las habilidades para la vida y las competencias emocionales tengan un papel protagonista.
2.- Seguir creciendo emocionalmente: tengo tanto que aprender... doy gracias a la vida por darme la oportunidad de no parar de crecer. Y crecer junto a los alumnos. Aprender es maravilloso, pero sentir como aprendemos juntos, sentir el intercambio, es quizás uno de los mayores placeres emocionales e intelectuales que existen.
3.- Aprender a establecer un vínculo emocional de confianza con el alumnado: tomar conciencia de uno mismo, de lo que se te da bien y de lo que no se te da tan bien, adelantarte a la llegada de las emociones y en todo caso, saludarlas como a un viejo amigo cuando envuelven tu ser, son cuestiones esenciales que cabe trabajar a lo largo de toda la vida. El desarrollo de las habilidades anteriores,entre otras, permite interactuar con tus alumnos de una forma sincera.
Ellos descubren, muchas veces antes que tú mismo, lo que sientes y como te sientes. Ser franco emocionalmente con uno mismo y con tus alumnos es el primer paso para lograr un vínculo emocional basado en la confianza, tan necesario para una buena práctica docente, de la que se debe derivar un beneficio mutuo.
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